La mayoría de las personas da por sentado que su cuerpo tuvo un principio definido y avanza inexorablemente hacia un determinado final.
Cada uno de nosotros comienza la vida en la forma de una única célula en el vientre y terminará como “polvo en el polvo”. Sin embargo, éstas son creencias culturales, no hechos absolutos. El cuerpo humano no tiene principio ni fin definidos. Está creándose a si mismo constantemente, esto significa que cada minuto es un especie de génesis y al mismo tiempo un final en el que cedemos un poco de polvo al polvo.

Cada aliento que tomamos es un acto creativo. Si comparamos cada átomo de oxígeno con un ladrillo seria como si estos estuvieran distribuidos entre diversas obras en construcción de nuestro cuerpo.
Los ladrillos nuevos que entran no caen simplemente en su lugar, ya que son colocados por un fragmento de inteligencia interior que sabe cómo construir corazón, piel, enzimas, hormonas etc. Esta inteligencia esta a nuestro mando, sin embargo, tomamos parte de esta inteligencia y la bombardeamos con estrechos rayos de atención. Cualquier pensamiento que tengamos es solo un rayo de atención focalizada que envía a nuestro ser cuántico. Se requiere sólo algunos de estos rayos o pensamientos para hacer la vida más larga o un poco mejor.
Para lograrlo solo hace falta un pensamiento revolucionario, ¿Cómo podemos activar el potencial pleno de nuestro cuerpo mecánico cuántico?
La respuesta es asombrosamente sencilla: la gigantesca complejidad del proyecto de nuestra propia creación puede dividirse en unos cuantos procesos que quedan a nuestro mando todos los días:
El comer: Comer es el acto creativo que selecciona la materia prima del mundo que será convertida en nosotros. Para asegurarnos de que este proceso se efectúe correctamente, basta con conocer nuestro biotipo o Dosha
Y seguir la dieta que se ajuste a él.
La digestión y asimilación: Digerir y asimilar son actos creativos que convierten los “ladrillos” de materia en tejido vivo. El fuego digestivo del cuerpo, su “agni”, se ocupan de ambos procesos, coordinándolos a la perfección. Sabiendo nuestro Dosha o biotipo sabremos como funciona nuestro “agni” o fuego digestivo y podremos así ajustarlo con regularidad.
La eliminación: Eliminar es el acto creativo que purifica el cuerpo, excretando el alimento no digerido y liberando las células de toxinas y “ladrillos viejos”. Se puede mejorar la eliminación siendo regular con la rutina diaria y también aprovechando las terapias ayurvédicas de purificación con hierbas; dieta sáttvica, pues reduce a un mínimo absoluto la ingestión de impurezas. Si es posible se puede incorporar el Panchakarma estacional a la rutina anual, esta es la terapia más potente para favorecer la eliminación.
La respiración: Como ritmo fundamental de la vida que sirve de sostén a los demás ritmos, la respiración puede ser considerada el acto más creativo entre las que se realizamos con el cuerpo. La respiración correcta afina nuestras células según los ritmos de la naturaleza; cuando más natural y refinada sea nuestra respiración, más a tono estaremos. Son muchas las rutinas ayurvédicas que ayudan a devolver el equilibrio a la respiración; todos los tipos de ejercicios para los tres Doshas son convenientes, así como el suave Pranayama (respiración equilibrada) que podemos practicar en unos minutos todos los días.
Por fin podemos reunir todos estos procesos separados con un mismo encabezamiento: Vivir a tono con el cuerpo mecánico cuántico.
Este es el acto creativo de la vida y si nuestra relación es armoniosa con el cuerpo mecánico cuántico, la totalidad de las actividades diarias se desarrollaran tan fácilmente como; respirar, comer, digerir, asimilar y eliminar.
“Según el Ayurveda esta es la mejor manera de llevar la existencia común a un plano más elevado” Solo es necesario seguir la inteligencia orientadora de nuestra naturaleza (nuestro Pakriti).
Por STELLA MARYS NiETOLic. en ObstetriciaPsicóloga SocialTerapeuta ayurvédicawww.samsaratherapy.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario